sábado, 16 de julio de 2011

Tristes normalidades (a normalidades)

Hace unos días nos encontramos en la calle con un niño que vendía orejeras. Aun no puedo borrar de mi mente los lindos ojos que tenía, eran bastante grandes, pero tenía la mirada perdida, tal vez por efectos de la clefa, tal vez por la sensación de tristeza, tal vez porque tenía hambre y ante el habia mucha gente que comía platos de más de 12 Bolivianos (un poco menos de 2 dólares), que para el, eran imposibles.

Desperte pensando en ese niño. Tal vez es un niño maltratado, tal vez es un niño que intenta ayudar a su familia, tal vez es un niño abandonado, tal vez, tal vez, tal vez, tal vez...

En nuestras calles, vemos escenas como estas todos los días. La pregunta es: todavía sentimos o pasamos de largo ante la realidad, eligiendo la indiferencia? Pienso mucho en las personas que decidieron hacer algo frente a la realidad, pienso en Claudia Gonzales, la fundadora del hogar Alalay, que se atrevio un día hacer algo por un niño que vio en la calle y ahora refugia a cientos de ellos en estos hogares. Pienso mucho en aquellos corazones dadivosos que van más alla de la triste normalidad.

Me temo, que la mayoria vive en las burbujas de sus problemas, elegimos la indiferencia y enfriamos nuestro corazon a tal punto, que consideramos esa realidad como "lo normal, lo habitual", pero en el fondo sabemos que niños que trabajan, que caminan en las calles hasta alta horas de la noche, no son una situación normal. No es normal que un niño tenga que sustentarse, que tenga que velar por su comida, su sueño, su salud, por sus padres, no es normal que los niños crezcan alejados del cariño, del amor, de los juegos y los sueños, no es normal que tengan que rogar para que la gente les regale dinero.

Los que estan ahi afuera son personas extremadamente valiosas, con propositos muy grandes, son un mundo de sueños, talentos. Personas que son dignas de amor y no de migajas. Dios nos ayude a despertar de la indiferencia....